Slowork o la importancia del silencio, la autoconexión y hacer el vago

¿Eres más eficiente cuando llenas tu agenda o cuando te la dejas al 50-60%?¿Cuándo te visita la creatividad con más facilidad? ¿tal vez cuando te dejas espacios vacíos? ¿o cuando piensas al tiempo que haces otra cosa? ¿cuando te reservas un espacio delante de tu portátil para crear o cuando te dejas espacio ilimitado de descanso?

Considero relevante traer esta reflexión coincidiendo con este momento en el que estamos: el mes de Septiembre, comienzo del curso profesional para aquellas personas que gustan del calendario escolar, o la reanudación de la actividad tras el período estival.

Hace una semanas hablaba por Zoom con una colega profesional que se dedica a acompañar a las organizaciones en procesos de innovación. Me decía que en el último trabajo que había realizado antes de comenzar el verano, la empresa cliente le había puesto unas condiciones temporales al encargo que le había hecho: debía realizar una única sesión de 8 horas de Design Thinking con los equipos. El encargo: encontrar una solución innovadora a una situación compleja.

La motivación para esta limitación temporal era que «no querían que sus equipos perdieran tiempo de trabajo». Parece que invertir tiempo para co-crear no se consideraba en esta organización tiempo de trabajo.

Me gustaría saber qué opinan en esta organización sobre el tiempo dedicado a nada.

Porque es hasta ahí donde quiero llegar.

Este verano me he tomado un prolongado tiempo de descanso puesto que mi agenda de trabajo de los últimos años ha sido muy exigente, y los viajes de trabajo que la acompañan ha ido in crescendo.

Comencé ya en Junio reduciendo el ritmo de trabajo de forma considerable, trabajando apenas 4 horas al día y permitiéndome durante el resto del tiempo pasear, leer, meditar, hacer el vago … 🙂

Después Julio y Agosto, exceptuando un par de videoconferencias y 5 días de trabajo, el resto han sido descanso y deporte: he viajado por Polonia, he hecho senderismo por el Pirineo Aragonés, he ido a nadar, he practicado slowfood … y de nuevo pasear, escribir, leer y más leer (me encanta), meditar, vida contemplativa… y ¡¡hacer el vago!! 😀

Me he dado cuenta de que durante estos espacios de lo que podría entenderse como «inactividad» y pérdida de tiempo, bajo el punto de vista de la empresa empresa cliente de mi colega, se me han ocurrido las mejores ideas para los encargos y proyectos que tengo ahora mismo activos. Hasta tal punto ha sido así que tomé por costumbre llevar mi libreta de notas de trabajo siempre en la mochila.

Tener una agenda llena al 100% no te hace más eficiente ni una mejor profesional, desde mi perspectiva. Dedicar tiempo al cuerpo, mente inconsciente y espíritu, es mucho más productivo. Nuestro cerebro está todo el tiempo trabajando. Cuando lo ponemos a trabajar, trabaja. Cuando lo dejamos en reposo, trabaja. Y para funcionar a pleno rendimiento, paradójicamente necesita de ambos momentos: momentos en los que lo ponemos a trabajar conscientemente y de manera enfocada, y momentos en los que lo dejamos volar libre y él decide si necesita tomar un espacio para resetearse porque lo hemos saturado o si comienza a vagar y a hacer conexiones, sin contar contigo, con la información que hay en tu cabeza y de pronto! te regala una buena idea.

¿Acaso no has tenido nunca esta experiencia? Estar en la ducha, paseando, o escuchando música, o …. cualquier otra cosa y ¡FLASH! De pronto, sin ningún esfuerzo, te viene una buenísima idea sobre algo a lo que le has estado dando vueltas concienzudamente antes sin llegar a ninguna parte.

¡Pues de eso se trata!

Por eso quiero reivindicar el «slow-work» como forma de trabajo altamente eficiente, además de recomendable para la salud. Dejarte algunos espacios de «inactividad» para cultivar el cuerpo, el espíritu … o para no hacer NADA!! Alternarlos con los momentos de trabajo enfocado y consciente. Y observar cómo, curiosamente, esto da sus frutos.

Para cerrar, quiero compartir el link de un post que encontré ayer y que tiene cierta relación con lo que estoy escribiendo. Se trata de un texto que recoge un buen número de empresas con políticas vacacionales muy flexibles, algunas de ellas consistentes en vacaciones ilimitadas a criterio de las personas que trabajan en la compañía. El artículo no especifica si tiene un impacto en la eficiencia, aunque estoy segura de que sí. Sí cita el impacto que tiene en la salud, satisfacción y en el empoderamiento de las personas que sienten que la organización confía en ellas al considerar que harán un uso responsable.

Te animo a que este «curso» lo pruebes y experimentes, al menos, contigo.